El Elastofibroma Dorsal es una enfermedad poco común que afecta principalmente a personas de edad avanzada. Fue descrito por primera vez en 1961 por Jarvi y Saxen en Finlandia. Aunque su causa exacta aún no se comprende completamente, se cree que está relacionado con la degeneración del tejido conectivo en la región dorsal del cuerpo.
El nombre "elastofibroma" se deriva de las características histológicas de la enfermedad. El tejido afectado muestra una acumulación de fibras elásticas y fibrosas, lo que resulta en la formación de una masa o tumor benigno. Esta masa generalmente se encuentra en el espacio entre la escápula y la pared torácica, lo que explica por qué se le llama "dorsal".
El Elastofibroma Dorsal suele ser asintomático y se descubre incidentalmente durante exámenes médicos o radiografías realizadas por otras razones. Sin embargo, en algunos casos, los pacientes pueden experimentar dolor, malestar o limitación de movimiento en el hombro afectado. Estos síntomas suelen ser leves y no progresan con el tiempo.
Aunque la enfermedad es benigna, es importante realizar un diagnóstico diferencial para descartar la presencia de tumores malignos u otras afecciones más graves. Para ello, se pueden realizar pruebas de imagen como radiografías, resonancias magnéticas o tomografías computarizadas, que ayudan a visualizar la masa y evaluar su tamaño y características.
El tratamiento del Elastofibroma Dorsal generalmente es conservador, ya que la mayoría de los casos no requieren intervención quirúrgica. Se pueden recomendar medidas como fisioterapia, analgésicos o antiinflamatorios para aliviar el dolor y mejorar la movilidad. En casos excepcionales donde la masa causa síntomas graves o afecta la calidad de vida del paciente, se puede considerar la extirpación quirúrgica.
Aunque el Elastofibroma Dorsal es una enfermedad poco común, es importante tener en cuenta su existencia para evitar diagnósticos erróneos o tratamientos innecesarios. La investigación sobre esta enfermedad continúa para comprender mejor su origen y desarrollo. En general, se considera una afección benigna y de buen pronóstico, y la mayoría de los pacientes pueden llevar una vida normal sin mayores complicaciones.