El Desorden del Procesamiento Sensorial no es contagioso en el sentido tradicional de la palabra. No se puede transmitir de una persona a otra a través del contacto físico o la interacción social. Es un trastorno neurológico que afecta la forma en que el cerebro procesa la información sensorial, como el tacto, el sonido y la luz. Sin embargo, es importante destacar que el Desorden del Procesamiento Sensorial puede tener un componente genético, lo que significa que puede haber una predisposición hereditaria a desarrollarlo.
El Desorden del Procesamiento Sensorial (DPS) no es una condición contagiosa. No se puede transmitir de una persona a otra a través de la interacción o el contacto físico. El DPS es un trastorno neurológico que afecta la forma en que el cerebro procesa y responde a la información sensorial del entorno.
El DPS se cree que tiene una base genética, lo que significa que puede ser heredado de uno o ambos padres. Sin embargo, no todos los individuos con antecedentes familiares de DPS desarrollarán la condición, lo que sugiere que también puede haber factores ambientales involucrados en su aparición.
El DPS se caracteriza por una respuesta anormal o exagerada a los estímulos sensoriales, como el tacto, el sonido, la luz o el olor. Las personas con DPS pueden experimentar hipersensibilidad o hiposensibilidad a estos estímulos, lo que puede afectar su capacidad para funcionar en la vida diaria.
Es importante destacar que el DPS no es una condición inventada o imaginaria. Ha sido reconocido por la comunidad médica y se ha incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) como un trastorno del neurodesarrollo.
Si bien el DPS no es contagioso, puede tener un impacto significativo en la vida de las personas que lo padecen y en sus relaciones con los demás. Es importante que aquellos que interactúan con alguien con DPS sean comprensivos y respetuosos de sus necesidades y limitaciones sensoriales.
En resumen, el Desorden del Procesamiento Sensorial no es contagioso. Es un trastorno neurológico que afecta la forma en que el cerebro procesa y responde a la información sensorial. Aunque puede tener un impacto en la vida de las personas que lo padecen, no se puede transmitir de una persona a otra.