La leucemia linfática aguda (LLA) es un tipo de cáncer de la sangre y la médula ósea que afecta a los glóbulos blancos llamados linfocitos. El diagnóstico de la LLA se realiza a través de una serie de pruebas y procedimientos médicos que permiten identificar la presencia de células cancerosas en la sangre y la médula ósea.
El primer paso en el diagnóstico de la LLA es realizar un examen físico completo y revisar los antecedentes médicos del paciente. Esto puede incluir preguntas sobre los síntomas que está experimentando, como fatiga, debilidad, fiebre, pérdida de peso inexplicada y ganglios linfáticos inflamados.
A continuación, se realiza un análisis de sangre para evaluar los niveles de glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas. En la LLA, los niveles de glóbulos blancos pueden estar elevados, mientras que los niveles de glóbulos rojos y plaquetas pueden estar disminuidos.
Si los resultados del análisis de sangre sugieren la presencia de LLA, se procede a realizar una biopsia de médula ósea. Durante este procedimiento, se extrae una pequeña muestra de médula ósea del hueso de la cadera o el esternón. La muestra se examina bajo un microscopio para detectar la presencia de células cancerosas.
Además de la biopsia de médula ósea, se pueden realizar otras pruebas para confirmar el diagnóstico de LLA. Estas pruebas incluyen el análisis de citometría de flujo, que permite identificar y clasificar los diferentes tipos de células presentes en la sangre y la médula ósea, y la citogenética, que analiza los cromosomas en busca de anomalías genéticas asociadas con la LLA.
Una vez confirmado el diagnóstico de LLA, se realizan pruebas adicionales para determinar el subtipo específico de la enfermedad. Estas pruebas pueden incluir la inmunofenotipificación, que identifica las proteínas presentes en la superficie de las células cancerosas, y la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que detecta cambios en el ADN asociados con la LLA.
En resumen, el diagnóstico de la leucemia linfática aguda se basa en una combinación de análisis de sangre, biopsia de médula ósea y pruebas genéticas. Estas pruebas permiten identificar la presencia de células cancerosas y determinar el subtipo específico de la enfermedad. Es importante destacar que el diagnóstico de la LLA debe ser realizado por un médico especialista en hematología u oncología, quien evaluará los resultados de las pruebas y recomendará el tratamiento más adecuado para cada paciente.