La Alimentación selectiva o ARFID (Avoidant/Restrictive Food Intake Disorder, por sus siglas en inglés) es un trastorno alimentario que se caracteriza por la evitación o restricción de ciertos alimentos o grupos de alimentos debido a la aversión sensorial, el miedo a la asfixia o la preocupación por las consecuencias negativas de comer.
En los últimos años, se han realizado avances significativos en la comprensión y tratamiento de la ARFID. Uno de los principales avances ha sido la inclusión de la ARFID en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), lo que ha permitido una mayor visibilidad y reconocimiento de este trastorno.
En cuanto al tratamiento, se ha observado que la terapia cognitivo-conductual (TCC) es efectiva en el manejo de la ARFID. La TCC se enfoca en identificar y cambiar los pensamientos y comportamientos disfuncionales relacionados con la alimentación selectiva. Además, se ha desarrollado un enfoque llamado Terapia de Exposición y Prevención de Respuesta (ERP, por sus siglas en inglés), que se centra en exponer gradualmente a los individuos a los alimentos temidos y ayudarles a superar sus miedos y aversiones.
Otro avance importante ha sido la investigación sobre los factores subyacentes de la ARFID. Se ha encontrado que la ARFID puede estar asociada con trastornos sensoriales, como la hipersensibilidad a ciertos sabores, texturas o olores de los alimentos. Esto ha llevado a la exploración de intervenciones específicas, como la terapia ocupacional, para abordar estos problemas sensoriales y mejorar la aceptación de alimentos.
Además, se ha investigado el papel de los factores genéticos y neurobiológicos en la ARFID. Se han identificado ciertos genes y regiones cerebrales que podrían estar involucrados en la predisposición a la ARFID, lo que podría abrir nuevas vías de tratamiento y prevención.
En resumen, los últimos avances en la ARFID se centran en la inclusión en los manuales de diagnóstico, el desarrollo de enfoques terapéuticos efectivos, la comprensión de los factores subyacentes y la exploración de intervenciones específicas. Estos avances han mejorado la detección y el tratamiento de la ARFID, brindando esperanza a las personas que sufren este trastorno alimentario.