La distrofia muscular de Becker es una enfermedad genética que afecta principalmente a los músculos y se caracteriza por debilidad muscular progresiva. Fue descubierta por primera vez en 1956 por el médico alemán Peter Emil Becker, de ahí su nombre.
La distrofia muscular de Becker es causada por una mutación en el gen DMD, que codifica la proteína distrofina. La distrofina es una proteína clave en la estructura y función de las células musculares, y su ausencia o deficiencia provoca la degeneración y debilidad muscular característica de esta enfermedad.
A diferencia de la distrofia muscular de Duchenne, que es más grave y se manifiesta en la infancia temprana, la distrofia muscular de Becker suele aparecer más tarde, generalmente en la adolescencia o en la adultez temprana. Los síntomas iniciales pueden incluir dificultad para caminar, debilidad muscular en las piernas y los brazos, y problemas de equilibrio.
A medida que la enfermedad progresa, la debilidad muscular se vuelve más pronunciada y puede afectar otros grupos musculares, como los músculos respiratorios y cardíacos. Esto puede llevar a dificultades respiratorias, problemas cardíacos y limitaciones en la movilidad.
La distrofia muscular de Becker es una enfermedad hereditaria ligada al cromosoma X, lo que significa que afecta principalmente a los hombres. Sin embargo, las mujeres portadoras del gen defectuoso también pueden experimentar síntomas en menor medida.
Aunque no existe cura para la distrofia muscular de Becker, existen tratamientos que pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los afectados. Estos pueden incluir terapia física, terapia ocupacional, dispositivos de asistencia para la movilidad y medicamentos para controlar los síntomas respiratorios y cardíacos.
En resumen, la distrofia muscular de Becker es una enfermedad genética que causa debilidad muscular progresiva. Afecta principalmente a los hombres y es causada por una mutación en el gen DMD, que codifica la proteína distrofina. Aunque no tiene cura, los tratamientos pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los afectados.