La extrofia vesical es una malformación congénita poco común en la que la vejiga se encuentra expuesta fuera del abdomen, debido a que la pared abdominal anterior no se ha formado adecuadamente durante el desarrollo fetal. El diagnóstico de la extrofia vesical se realiza generalmente poco después del nacimiento, a través de una evaluación clínica exhaustiva y pruebas de diagnóstico complementarias.
El primer paso en el diagnóstico de la extrofia vesical es una revisión cuidadosa de los antecedentes médicos y familiares del paciente. El médico recopilará información sobre los síntomas y realizará un examen físico completo. Durante el examen, se observará la presencia de una apertura anormal en la parte inferior del abdomen, donde la vejiga expuesta es claramente visible. También se pueden observar otras anomalías asociadas, como una separación anormal de los huesos pélvicos o una hernia umbilical.
Una vez que se sospecha la extrofia vesical, se pueden realizar pruebas de diagnóstico adicionales para confirmar el diagnóstico. Estas pruebas pueden incluir análisis de sangre y orina para evaluar la función renal y descartar otras afecciones. Además, se pueden realizar pruebas de imagen, como una ecografía, una radiografía o una resonancia magnética, para obtener imágenes detalladas de la vejiga y los órganos circundantes.
La cistografía es una prueba especializada que se utiliza con frecuencia para diagnosticar la extrofia vesical. En esta prueba, se introduce un líquido de contraste en la vejiga a través de un catéter y se toman radiografías para evaluar la anatomía y la función de la vejiga. La cistografía puede revelar la presencia de una abertura anormal en la vejiga y también puede ayudar a identificar otras anomalías asociadas, como una obstrucción uretral o una malformación de los uréteres.
Una vez que se ha confirmado el diagnóstico de extrofia vesical, se realizarán evaluaciones adicionales para determinar la gravedad de la malformación y planificar el tratamiento adecuado. Esto puede incluir pruebas adicionales, como estudios urodinámicos para evaluar la función de la vejiga y la presión uretral, así como evaluaciones genéticas para identificar posibles causas subyacentes de la extrofia vesical.
En resumen, el diagnóstico de la extrofia vesical se realiza mediante una combinación de evaluación clínica y pruebas de diagnóstico complementarias, como análisis de sangre y orina, pruebas de imagen y cistografía. Un diagnóstico temprano y preciso es fundamental para garantizar una intervención y tratamiento adecuados para esta malformación congénita.