La Enfermedad de Castleman es un trastorno poco común del sistema linfático que fue descubierto por el patólogo Benjamin Castleman en 1954. Esta enfermedad se caracteriza por el crecimiento anormal de células en los ganglios linfáticos, lo que provoca la formación de masas o tumores llamados hiperplasia angiofolicular.
Aunque se desconoce la causa exacta de la Enfermedad de Castleman, se cree que puede estar relacionada con una respuesta inmunitaria anormal. Se ha observado que algunos casos están asociados con infecciones virales, como el virus del herpes humano tipo 8 (HHV-8), el cual se encuentra en personas con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Sin embargo, no todos los casos de Enfermedad de Castleman están relacionados con infecciones virales.
Existen dos tipos principales de Enfermedad de Castleman: unicéntrica y multicéntrica. La forma unicéntrica afecta a un solo ganglio linfático o a un grupo de ganglios cercanos, mientras que la forma multicéntrica afecta a múltiples ganglios linfáticos en diferentes partes del cuerpo. La forma multicéntrica es más agresiva y puede causar síntomas más graves.
Los síntomas de la Enfermedad de Castleman pueden variar según el tipo y la ubicación de los tumores. Algunos pacientes pueden no presentar síntomas, mientras que otros pueden experimentar fatiga, fiebre, sudores nocturnos, pérdida de peso, inflamación de los ganglios linfáticos y aumento del tamaño del hígado y el bazo.
El diagnóstico de la Enfermedad de Castleman se realiza mediante una combinación de pruebas, como análisis de sangre, biopsia de los ganglios linfáticos afectados y estudios de imagen, como tomografías computarizadas o resonancias magnéticas.
El tratamiento de la Enfermedad de Castleman depende del tipo y la gravedad de la enfermedad. En casos leves, puede no ser necesario ningún tratamiento, pero se requiere un seguimiento regular para monitorear la progresión de la enfermedad. En casos más graves, se pueden utilizar tratamientos como la extirpación quirúrgica de los tumores, la radioterapia, la quimioterapia o medicamentos inmunosupresores.
Aunque la Enfermedad de Castleman es una enfermedad rara, la investigación continúa para comprender mejor sus causas y desarrollar tratamientos más efectivos. La colaboración entre médicos, investigadores y pacientes es fundamental para avanzar en el conocimiento de esta enfermedad y mejorar la calidad de vida de los afectados.