La cistinuria es una enfermedad hereditaria que se caracteriza por la presencia de altos niveles de cistina en la orina. La cistina es un aminoácido que normalmente es reabsorbido por los riñones y no se elimina en la orina. Sin embargo, en las personas con cistinuria, hay un defecto en el transporte de cistina en los túbulos renales, lo que resulta en su excreción excesiva.
La cistinuria se transmite de forma autosómica recesiva, lo que significa que ambos padres deben ser portadores del gen mutado para que su descendencia tenga la enfermedad. Si ambos padres son portadores, hay un 25% de probabilidad de que cada uno de sus hijos herede la enfermedad. Si solo uno de los padres es portador, cada hijo tiene un 50% de probabilidad de ser portador y un 50% de probabilidad de no serlo.
La enfermedad puede manifestarse de diferentes formas, dependiendo de la gravedad del defecto en el transporte de cistina. Algunas personas pueden tener síntomas leves, como la formación de cálculos renales, mientras que otras pueden experimentar síntomas más graves, como infecciones recurrentes del tracto urinario o insuficiencia renal.
El diagnóstico de la cistinuria se realiza a través de pruebas de laboratorio que miden los niveles de cistina en la orina. Además, se pueden realizar pruebas genéticas para confirmar el diagnóstico y determinar el tipo específico de cistinuria.
El tratamiento de la cistinuria se basa en la prevención de la formación de cálculos renales y la reducción de los niveles de cistina en la orina. Esto se logra a través de una combinación de medidas dietéticas, como aumentar la ingesta de líquidos y reducir la ingesta de alimentos ricos en cistina, y el uso de medicamentos que ayudan a disolver la cistina.
En resumen, la cistinuria es una enfermedad hereditaria que se transmite de forma autosómica recesiva. Es importante realizar pruebas genéticas y recibir un diagnóstico adecuado para poder implementar un tratamiento adecuado y prevenir complicaciones a largo plazo.