La dermatilomanía, también conocida como trastorno de excoriación o trastorno de arrancarse la piel, es un trastorno de control de los impulsos que se caracteriza por la compulsión de rascarse, pellizcarse o excoriarse la piel de forma repetitiva y compulsiva. Este comportamiento puede causar daño físico y emocional significativo.
El diagnóstico de la dermatilomanía se basa en la evaluación clínica realizada por un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psiquiatra. No existen pruebas de laboratorio o exámenes médicos específicos para diagnosticar este trastorno, por lo que el diagnóstico se realiza principalmente a través de la observación y el análisis de los síntomas y comportamientos del individuo.
El primer paso en el proceso de diagnóstico es una entrevista clínica exhaustiva. Durante esta entrevista, el profesional de la salud mental recopilará información sobre los síntomas del paciente, su historia médica y psiquiátrica, así como cualquier factor desencadenante o estresante que pueda estar contribuyendo al comportamiento de arrancarse la piel.
Es importante que el profesional de la salud mental descarte otras posibles causas de los síntomas, como enfermedades de la piel, alergias o trastornos del estado de ánimo. Para ello, puede ser necesario realizar exámenes físicos o pruebas adicionales, según sea necesario.
Además de la entrevista clínica, el diagnóstico de la dermatilomanía también puede incluir la utilización de escalas de evaluación estandarizadas, como el Escala de Dermatilomanía de la Universidad de Minnesota (MUDS, por sus siglas en inglés). Esta escala ayuda a evaluar la gravedad de los síntomas y a determinar si se cumplen los criterios diagnósticos establecidos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5).
El DSM-5 establece los siguientes criterios diagnósticos para la dermatilomanía:
1. Recurrente y compulsivo rascado, pellizco o excoriación de la piel, que resulta en lesiones cutáneas.
2. Intentos repetidos de detener o reducir el comportamiento, sin éxito.
3. Malestar clínicamente significativo o deterioro en áreas importantes de la vida debido al comportamiento.
4. El comportamiento no se explica mejor por la presencia de otro trastorno médico o dermatológico.
Es importante destacar que el diagnóstico de la dermatilomanía requiere que el comportamiento de arrancarse la piel sea recurrente, compulsivo y cause malestar significativo o deterioro en la vida del individuo. Un comportamiento ocasional de rascado o pellizco de la piel no cumple con los criterios diagnósticos.
Una vez que se ha realizado el diagnóstico de dermatilomanía, el tratamiento puede incluir una combinación de terapia cognitivo-conductual (TCC), medicación y apoyo psicosocial. La TCC se centra en identificar y cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento que contribuyen al comportamiento de arrancarse la piel. Los medicamentos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), pueden ayudar a reducir los síntomas de ansiedad y compulsión asociados con la dermatilomanía.
En resumen, el diagnóstico de la dermatilomanía se basa en la evaluación clínica realizada por un profesional de la salud mental, que incluye una entrevista exhaustiva y la utilización de escalas de evaluación estandarizadas. Es importante descartar otras posibles causas de los síntomas y asegurarse de que se cumplan los criterios diagnósticos establecidos en el DSM-5. El tratamiento puede incluir terapia cognitivo-conductual, medicación y apoyo psicosocial.