La erisipela es una infección cutánea aguda causada por bacterias, principalmente Streptococcus pyogenes. El diagnóstico de esta enfermedad se basa en la evaluación clínica de los síntomas y signos característicos, así como en pruebas complementarias.
El médico comienza por realizar una historia clínica detallada, preguntando al paciente acerca de los síntomas que presenta, como enrojecimiento de la piel, inflamación, dolor, fiebre y escalofríos. También se indaga sobre antecedentes de infecciones previas, enfermedades crónicas o inmunosupresión, ya que estos factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar erisipela.
Luego, se realiza un examen físico minucioso de la piel afectada. La erisipela se caracteriza por una placa eritematosa bien delimitada, caliente al tacto y elevada, con bordes bien definidos. Además, puede haber vesículas, ampollas o úlceras en la zona afectada. El médico también evalúa los ganglios linfáticos cercanos para detectar posible inflamación.
Para confirmar el diagnóstico, se pueden realizar pruebas complementarias. Una de ellas es el cultivo de la piel afectada, donde se toma una muestra y se envía al laboratorio para identificar la bacteria causante de la infección. Sin embargo, este método puede tardar varios días en obtener resultados.
Otra prueba útil es el hemocultivo, que consiste en tomar una muestra de sangre para detectar la presencia de bacterias en el torrente sanguíneo. Esto es importante, ya que la erisipela puede provocar bacteriemia, una complicación grave que requiere tratamiento inmediato.
Además, se pueden realizar análisis de sangre para evaluar los niveles de glóbulos blancos y la velocidad de sedimentación globular (VSG), que suelen estar elevados en casos de infección.
En algunos casos, se puede realizar una ecografía para evaluar la extensión de la infección y descartar complicaciones, como abscesos o trombosis venosa profunda.
En resumen, el diagnóstico de la erisipela se basa en la evaluación clínica de los síntomas y signos característicos, así como en pruebas complementarias como cultivos de piel, hemocultivos, análisis de sangre y ecografías. Es importante consultar a un médico ante la sospecha de esta infección para recibir un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado.