El diagnóstico del cáncer de esófago implica una serie de pruebas y evaluaciones médicas para determinar la presencia y la etapa de la enfermedad. Estas pruebas se realizan de manera individualizada y pueden incluir:
1. Historial médico y examen físico: El médico recopilará información sobre los síntomas, antecedentes médicos y factores de riesgo del paciente. Luego, realizará un examen físico para buscar signos de cáncer de esófago, como masas o inflamación.
2. Endoscopia: Se utiliza un endoscopio flexible para examinar el esófago y tomar biopsias de cualquier área sospechosa. Durante este procedimiento, se puede administrar un sedante para mayor comodidad.
3. Tomografía computarizada (TC): Esta prueba de imágenes permite obtener imágenes detalladas del esófago y los tejidos circundantes. Ayuda a determinar el tamaño y la extensión del tumor, así como la presencia de metástasis en otros órganos.
4. Ecografía endoscópica: Se utiliza un endoscopio con un transductor de ultrasonido en su extremo para obtener imágenes de alta resolución del esófago y los ganglios linfáticos cercanos. Esto ayuda a evaluar la profundidad de la invasión del tumor y la posible propagación a los ganglios linfáticos.
5. Radiografía de tórax: Se toman imágenes de rayos X del tórax para buscar signos de cáncer de esófago, como tumores o cambios en los tejidos.
6. PET-TC: Esta prueba combina una tomografía por emisión de positrones (PET) y una tomografía computarizada (TC) para detectar áreas de actividad metabólica anormal en el cuerpo. Ayuda a determinar si el cáncer se ha propagado a otros órganos.
Una vez que se han completado estas pruebas, los resultados se analizan en conjunto para determinar el estadio del cáncer de esófago. Esto es crucial para planificar el tratamiento adecuado. Es importante destacar que el diagnóstico del cáncer de esófago debe ser realizado por un médico especialista en oncología y que los resultados de las pruebas deben ser interpretados por profesionales médicos capacitados.