Los síntomas del Síndrome de Evans varían de paciente a paciente y dependen en gran medida de qué tipo de células sanguíneas se vean afectadas.
Si una persona no tiene suficientes glóbulos rojos sanos, puede experimentar debilidad, fatiga, palidez, aturdimiento y dificultad para respirar. Las plaquetas bajas pueden causar hematomas fáciles o inexplicables y sangrado prolongado por pequeños cortes; por último las personas con niveles bajos de glóbulos blancos pueden ser más susceptibles a las infecciones.
Muchos pacientes con Síndrome de Evans experimentan periodos de remisión en los que los síntomas de la enfermedad desaparecen temporalmente o se vuelven menos graves.