Vivir con fibromialgia no es fácil. La fibromialgia no es una enfermedad de un día o de una semana. Son meses o años viviendo con dolor, fatiga y una constelación de síntomas muy incapacitantes. Todos los días. Cualquier cosa que estando bien es sencilla de hacer, con dolor o agotamiento es difícil, por lo que la vida es más complicada si sufres fibromialgia.
Aún así se puede ser feliz. Hay que aprender a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. No hay que mirar lo que ya no se puede hacer al tener fibromialgia, sino en todas las cosas que se pueden seguir haciendo y aprender a disfrutar de ellas. Elegir el camino que te gustaría recorrer y ser feliz caminándolo. No importa el destino, importa saborear cada momento el viaje.
En la vida nos tocan unas cartas que no podemos elegir, pero podemos aprender a jugar con ellas. Con las mejores cartas de póker se puede perder la partida y con las peores cartas se puede ganar. Con las peores circustancias se puede llegar a ser feliz y con las mejores circustancias puedes ser infeliz.
No hay que esperar a estar mejor para empezar a disfrutar o a ser feliz. Quizás en unos meses o años estés peor y darías cualquier cosa por estar como estás hoy. Por lo tanto hay que disfrutar del día de hoy por muy mal que te encuentres, disfrútalo, agárralo y saborea cada momento que te regala la vida. Ese día se pasará y no volverá. Solo nos quedarán los recuerdos de los mejores momentos vividos.
Encuentra tu pasión, el motivo por el que estás aquí. Generalmente ayudar a otras personas es una de las cosas más gratificantes de la vida. Ayudarles a superar momentos difíciles o hacerles más llevadero el camino, como nos gustaría que nos ayudaran a nosotros. Compartir alegrías y tristezas con otras personas también potencia la felicidad. Las cosas buenas compartidas son el doble de buenas. Las cosas malas compartidas son la mitad de malas.