El Síndrome de Kasabach-Merritt es una enfermedad rara y potencialmente mortal que se caracteriza por la presencia de una malformación vascular llamada hemangioma kaposiforme, acompañada de trombocitopenia y coagulopatía de consumo. Fue descrito por primera vez en 1940 por los doctores Kasabach y Merritt, quienes observaron una serie de casos en niños con estas características clínicas.
La historia de este síndrome comienza con el descubrimiento del hemangioma kaposiforme, una malformación vascular que se presenta como una masa de células endoteliales anormales que forman una lesión rojiza o violácea en la piel o tejidos profundos. Estas lesiones pueden crecer rápidamente y causar complicaciones graves, como sangrado o compresión de órganos vitales.
En la década de 1940, los doctores Kasabach y Merritt observaron que algunos de sus pacientes con hemangiomas kaposiformes también presentaban trombocitopenia, es decir, una disminución en el número de plaquetas en la sangre. Además, notaron que estos pacientes tenían una coagulopatía de consumo, lo que significa que su sistema de coagulación estaba activado de manera excesiva, agotando los factores de coagulación y llevando a un mayor riesgo de sangrado.
A medida que se realizaron más investigaciones, se descubrió que el síndrome de Kasabach-Merritt se debe a una alteración en la regulación del crecimiento y la coagulación en los hemangiomas kaposiformes. Se cree que estas lesiones liberan sustancias que promueven la formación de coágulos y la destrucción de plaquetas, lo que lleva a la trombocitopenia y la coagulopatía de consumo.
Aunque el síndrome de Kasabach-Merritt es extremadamente raro, afectando principalmente a niños menores de 3 años, puede tener consecuencias graves si no se trata adecuadamente. La trombocitopenia puede llevar a un mayor riesgo de sangrado, mientras que la coagulopatía de consumo puede causar problemas de coagulación y daño en órganos vitales.
El tratamiento del síndrome de Kasabach-Merritt se basa en abordar tanto el hemangioma kaposiforme como las complicaciones asociadas. Se pueden utilizar medicamentos como corticosteroides, interferón alfa y propranolol para reducir el tamaño del hemangioma y controlar la coagulopatía. En algunos casos, puede ser necesaria la cirugía para extirpar la lesión.
Afortunadamente, con los avances en el diagnóstico y tratamiento, la tasa de supervivencia de los pacientes con síndrome de Kasabach-Merritt ha mejorado significativamente en las últimas décadas. Sin embargo, sigue siendo una enfermedad compleja y desafiante, que requiere un enfoque multidisciplinario y un seguimiento a largo plazo para garantizar el mejor resultado posible para los pacientes afectados.