El melanoma es un tipo de cáncer de piel que se origina en las células productoras de pigmento llamadas melanocitos. Estos melanocitos están ubicados en la capa más externa de la piel y son responsables de producir melanina, el pigmento que le da color a la piel, el cabello y los ojos.
El melanoma se caracteriza por el crecimiento anormal y descontrolado de los melanocitos, lo que resulta en la formación de tumores malignos. Aunque puede originarse en cualquier parte del cuerpo, es más común en la piel expuesta al sol, como el rostro, el cuello, los brazos y las piernas.
Los factores de riesgo para desarrollar melanoma incluyen la exposición excesiva al sol, especialmente en personas de piel clara, antecedentes familiares de melanoma, tener múltiples lunares o lunares atípicos, y una historia personal de quemaduras solares graves.
Los síntomas del melanoma pueden variar, pero generalmente se caracteriza por la aparición de un nuevo lunar o un cambio en un lunar existente. Esto puede incluir un incremento en tamaño, cambios en la forma, bordes irregulares, colores diferentes dentro del lunar o picazón y sangrado.
El diagnóstico temprano del melanoma es crucial para un mejor pronóstico y tratamiento. Si se sospecha de melanoma, se realizarán pruebas como una biopsia para confirmar el diagnóstico.
El tratamiento del melanoma puede incluir cirugía para extirpar el tumor, radioterapia, quimioterapia, inmunoterapia y terapias dirigidas, dependiendo del estadio y la extensión del cáncer.
Es importante protegerse del sol mediante el uso de protector solar, ropa protectora y evitar la exposición excesiva al sol, especialmente durante las horas pico de radiación solar. Además, es recomendable realizar autoexámenes regulares de la piel y acudir al dermatólogo si se detecta algún cambio sospechoso en los lunares.