La distrofia muscular es un grupo de enfermedades genéticas que afectan los músculos y provocan debilidad y degeneración muscular progresiva. Aunque existen varios tipos de distrofia muscular, todas comparten una causa común: una mutación genética que afecta la producción de proteínas esenciales para el funcionamiento y la salud de los músculos.
Las causas específicas de la distrofia muscular varían según el tipo de enfermedad. Por ejemplo, la distrofia muscular de Duchenne, la forma más común y grave de distrofia muscular, se debe a una mutación en el gen DMD que codifica la proteína distrofina. La distrofina es esencial para mantener la integridad estructural de las células musculares, y su ausencia o disfunción provoca la degeneración muscular característica de esta enfermedad.
Otro ejemplo es la distrofia muscular de Becker, que también se debe a mutaciones en el gen DMD, pero en este caso la proteína distrofina se produce en menor cantidad o con menor funcionalidad. Esto resulta en una forma más leve de la enfermedad, con una progresión más lenta y menos discapacidad.
La distrofia muscular de Emery-Dreifuss, por otro lado, se debe a mutaciones en los genes EMD, LMNA o FHL1, que codifican proteínas involucradas en la estructura y función de la envoltura nuclear de las células musculares. Estas mutaciones afectan la comunicación entre el núcleo y el resto de la célula, lo que conduce a la degeneración muscular.
En general, las mutaciones genéticas responsables de la distrofia muscular pueden ser heredadas de los padres o pueden ocurrir de forma espontánea durante el desarrollo embrionario. Algunas formas de distrofia muscular siguen un patrón de herencia ligado al cromosoma X, lo que significa que afecta principalmente a los hombres y puede ser transmitida por las mujeres portadoras.
Además de las causas genéticas, existen factores ambientales y epigenéticos que pueden influir en la progresión y gravedad de la distrofia muscular. Por ejemplo, la actividad física regular y la terapia física pueden ayudar a mantener la fuerza muscular y retrasar la degeneración en algunos casos. Por otro lado, la inflamación crónica y la respuesta inmunitaria anormal también pueden contribuir a la progresión de la enfermedad.
En resumen, las causas de la distrofia muscular son principalmente genéticas, debido a mutaciones en los genes responsables de la producción de proteínas esenciales para la salud y función muscular. Sin embargo, otros factores como la actividad física, la inflamación y la respuesta inmunitaria también pueden influir en la progresión y gravedad de la enfermedad.