La práctica de deporte en personas con ENACH (Enfermedad Neurodegenerativa por Acumulación Cerebral de Hierro) puede ser beneficiosa siempre y cuando se realice de manera adecuada y adaptada a las necesidades y capacidades individuales de cada persona. El ejercicio físico puede contribuir a mejorar la calidad de vida, mantener la funcionalidad y retrasar la progresión de los síntomas en personas con esta enfermedad.
Es importante tener en cuenta que la elección del deporte debe ser individualizada y adaptada a las capacidades y preferencias de cada persona. En general, se recomiendan actividades de bajo impacto y que no impliquen un riesgo de caídas o lesiones, como caminar, nadar, montar en bicicleta estática o realizar ejercicios de bajo impacto en el agua. Estas actividades pueden ayudar a mejorar la resistencia cardiovascular, la fuerza muscular y la flexibilidad, así como a mantener la movilidad y la coordinación.
En cuanto a la frecuencia e intensidad del ejercicio, es recomendable realizar actividad física de forma regular, al menos tres veces por semana, con una duración de alrededor de 30 minutos por sesión. Es importante comenzar de manera gradual y aumentar la intensidad y duración del ejercicio de forma progresiva, siempre respetando los límites y las capacidades individuales. Es recomendable realizar una combinación de ejercicios aeróbicos, de fuerza y de flexibilidad para obtener beneficios completos.
Es fundamental contar con la supervisión y el asesoramiento de un profesional de la salud, como un médico o un fisioterapeuta, que pueda evaluar las capacidades individuales y diseñar un programa de ejercicio adaptado a las necesidades de cada persona. Además, es importante escuchar al cuerpo y descansar cuando sea necesario, evitando el sobreentrenamiento y las lesiones.
En resumen, la práctica de deporte puede ser beneficiosa para las personas con ENACH, siempre y cuando se realice de manera adecuada y adaptada a las capacidades individuales. La elección del deporte, la frecuencia y la intensidad deben ser individualizadas y supervisadas por un profesional de la salud. El ejercicio físico regular puede contribuir a mejorar la calidad de vida y retrasar la progresión de los síntomas en personas con esta enfermedad.