La tos ferina, también conocida como pertussis, es una enfermedad infecciosa que afecta principalmente a los pulmones y las vías respiratorias. A lo largo de la historia, ha sido una enfermedad muy temida debido a su alta tasa de mortalidad, especialmente en niños pequeños.
La historia de la tos ferina se remonta a siglos atrás. Los primeros registros de la enfermedad se encuentran en textos médicos del antiguo Egipto, donde se describen síntomas similares a los de la tos ferina. Sin embargo, fue en el siglo XVII cuando se le dio el nombre de "tos ferina" debido a los ataques de tos violenta y prolongada que caracterizan a la enfermedad.
Durante muchos años, la tos ferina fue considerada una enfermedad inevitable y se propagaba rápidamente en las comunidades. Fue en el siglo XX cuando se descubrió la bacteria Bordetella pertussis como la causa de la enfermedad, lo que permitió el desarrollo de vacunas efectivas.
A partir de la década de 1940, las vacunas contra la tos ferina comenzaron a utilizarse ampliamente, lo que llevó a una disminución significativa en los casos y las muertes relacionadas con la enfermedad. Sin embargo, en las últimas décadas ha habido un resurgimiento de la tos ferina en algunos países, posiblemente debido a la disminución de la inmunidad de la población y la aparición de nuevas cepas de la bacteria.
Hoy en día, la tos ferina sigue siendo una preocupación de salud pública en muchos lugares. Se recomienda la vacunación para prevenir la enfermedad, especialmente en los niños, y se promueven medidas de higiene, como el lavado de manos y la cobertura de la boca al toser o estornudar, para reducir la propagación de la bacteria.