El diagnóstico del neumotórax se basa en una combinación de la historia clínica del paciente, los síntomas presentados y los hallazgos en el examen físico, así como en pruebas de diagnóstico por imágenes.
En primer lugar, el médico recopilará información sobre los síntomas del paciente, como dolor torácico súbito y agudo, dificultad para respirar, tos seca y en algunos casos, sensación de opresión en el pecho. También se investigará si el paciente ha experimentado algún trauma en el pecho recientemente.
Luego, se realizará un examen físico en el que el médico auscultará los pulmones con un estetoscopio para detectar sonidos anormales, como disminución o ausencia de ruidos respiratorios en el área afectada. Además, se puede observar una disminución en la expansión del tórax en el lado afectado.
Para confirmar el diagnóstico, se utilizan pruebas de diagnóstico por imágenes, como radiografías de tórax y tomografías computarizadas (TC). En la radiografía de tórax, se busca la presencia de una línea blanca en el borde del pulmón, conocida como línea pleural, que indica la acumulación de aire entre el pulmón y la pared torácica. La TC proporciona una imagen más detallada y puede ayudar a determinar el tamaño y la ubicación exacta del neumotórax.
En algunos casos, puede ser necesario realizar una toracocentesis, que consiste en la inserción de una aguja en el espacio pleural para extraer el aire acumulado y aliviar los síntomas del paciente. Esta técnica también permite analizar el aire extraído para descartar otras posibles causas de los síntomas.
En resumen, el diagnóstico del neumotórax se basa en la combinación de la historia clínica, los síntomas y los hallazgos en el examen físico, así como en pruebas de diagnóstico por imágenes como radiografías de tórax y tomografías computarizadas. La toracocentesis puede ser necesaria en algunos casos para confirmar el diagnóstico y aliviar los síntomas del paciente.