La Enfermedad Poliquística Renal (EPR) es una enfermedad hereditaria, lo que significa que se transmite de padres a hijos a través de los genes. Esta condición afecta a los riñones y se caracteriza por la formación de quistes en el tejido renal.
Existen dos tipos principales de EPR: la Enfermedad Poliquística Renal Autosómica Dominante (EPRAD) y la Enfermedad Poliquística Renal Autosómica Recessiva (EPRAR). La forma autosómica dominante es la más común y se transmite de manera vertical, lo que significa que un solo progenitor afectado puede transmitir la enfermedad a sus hijos con un 50% de probabilidad. En este caso, si uno de los padres tiene la enfermedad, cada hijo tiene un 50% de posibilidades de heredarla.
Por otro lado, la forma autosómica recesiva es menos común y requiere que ambos padres sean portadores del gen defectuoso para que sus hijos desarrollen la enfermedad. En este caso, cada hijo tiene un 25% de probabilidad de heredar la enfermedad.
Es importante destacar que la presencia del gen defectuoso no siempre se traduce en la aparición de la enfermedad. Algunas personas pueden ser portadoras del gen sin presentar síntomas, lo que se conoce como portadores asintomáticos. Sin embargo, si un individuo afectado tiene hijos, existe el riesgo de transmitir la enfermedad a la siguiente generación.
En conclusión, la Enfermedad Poliquística Renal es hereditaria y se transmite de padres a hijos a través de los genes. Es fundamental que las personas con antecedentes familiares de EPR se sometan a pruebas genéticas y consulten a un médico especialista para recibir un diagnóstico adecuado y un seguimiento adecuado.