La Heteroplasia Ósea Progresiva (HOP), también conocida como enfermedad de FOP, es una enfermedad genética extremadamente rara que afecta a aproximadamente una de cada dos millones de personas en todo el mundo. Fue descubierta por primera vez en el siglo XVII, pero su origen genético no se identificó hasta principios del siglo XX.
La historia de la HOP comienza con los primeros informes médicos de casos inexplicables de calcificación muscular en el siglo XVII. Estos casos a menudo se confundían con tumores óseos malignos, lo que llevaba a tratamientos inapropiados y a un empeoramiento de los síntomas. Sin embargo, no fue hasta 1918 cuando el médico francés Victor H. M. Marie acuñó el término "heteroplasia ósea progresiva" para describir esta extraña enfermedad.
A lo largo del siglo XX, se realizaron numerosos estudios y se recopilaron datos clínicos de pacientes con HOP. En la década de 1990, los avances en la genética permitieron identificar la mutación genética responsable de la enfermedad. Se descubrió que la HOP está causada por una mutación en el gen ACVR1, que codifica una proteína involucrada en la regulación del desarrollo óseo.
La mutación genética en ACVR1 hace que el cuerpo produzca una proteína anormal que activa de forma inapropiada una vía de señalización celular llamada BMP (proteínas morfogenéticas óseas). Esta activación anormal de la vía BMP provoca la formación de tejido óseo en lugares donde no debería haberlo, como músculos, tendones y ligamentos. A medida que la enfermedad progresa, este tejido óseo anormal se acumula y restringe la movilidad de las articulaciones, causando rigidez y deformidades.
La HOP es una enfermedad progresiva y degenerativa, lo que significa que empeora con el tiempo. Los síntomas suelen aparecer en la infancia, con episodios recurrentes de inflamación y dolor en las articulaciones. A medida que los tejidos se calcifican, los pacientes experimentan una pérdida gradual de movilidad y pueden llegar a quedar completamente inmovilizados.
Aunque actualmente no existe cura para la HOP, se están realizando investigaciones para desarrollar tratamientos que puedan frenar la progresión de la enfermedad. Los avances en la comprensión de la genética y la biología subyacente de la HOP han abierto nuevas vías de investigación y esperanza para los pacientes afectados por esta enfermedad devastadora.