La fiebre reumática es una enfermedad inflamatoria que afecta principalmente a los niños y adolescentes, aunque también puede afectar a adultos. Se produce como una complicación de una infección bacteriana, especialmente una infección de garganta causada por la bacteria Streptococcus pyogenes. Aunque la infección de garganta puede ser leve y pasar desapercibida, en algunos casos, el sistema inmunológico del cuerpo reacciona de manera exagerada y ataca a los tejidos sanos, incluyendo el corazón, las articulaciones, la piel y el sistema nervioso.
Los síntomas de la fiebre reumática pueden variar, pero generalmente incluyen fiebre alta, dolor e inflamación en las articulaciones, especialmente en las rodillas, codos, tobillos y muñecas. También puede haber inflamación en el corazón, lo que puede causar problemas cardíacos a largo plazo. Otros síntomas pueden incluir erupción cutánea, fatiga, debilidad y movimientos incontrolables de los músculos.
El diagnóstico de la fiebre reumática se basa en la historia clínica del paciente, los síntomas y los resultados de los exámenes médicos, como análisis de sangre y ecocardiogramas. Es importante detectar y tratar la enfermedad de manera temprana para prevenir complicaciones y daños permanentes en el corazón.
El tratamiento de la fiebre reumática generalmente incluye medicamentos para aliviar los síntomas, como antiinflamatorios no esteroides y corticosteroides. Además, se pueden administrar antibióticos para eliminar la infección bacteriana subyacente y prevenir recurrencias.
La prevención de la fiebre reumática implica el tratamiento adecuado de las infecciones de garganta con antibióticos para prevenir la aparición de la enfermedad. Además, es importante mantener una buena higiene y evitar el contacto cercano con personas infectadas.
En resumen, la fiebre reumática es una enfermedad inflamatoria que afecta principalmente a niños y adolescentes como una complicación de una infección bacteriana. Los síntomas incluyen fiebre, dolor e inflamación en las articulaciones y pueden haber complicaciones cardíacas a largo plazo. El diagnóstico se basa en la historia clínica y los exámenes médicos, y el tratamiento implica medicamentos para aliviar los síntomas y antibióticos para eliminar la infección. La prevención se centra en el tratamiento adecuado de las infecciones de garganta y mantener una buena higiene.