La Inmunodeficiencia Combinada Grave (SCID, por sus siglas en inglés) es un trastorno genético raro que afecta al sistema inmunológico. Esta enfermedad se caracteriza por una disminución o ausencia de células T y B funcionales, lo que deja al individuo altamente vulnerable a infecciones graves y potencialmente mortales. Las causas de la SCID pueden variar, pero en general se deben a defectos genéticos heredados.
Una de las principales causas de la SCID son los defectos enzimáticos. Por ejemplo, la deficiencia de adenosina desaminasa (ADA) es una forma común de SCID y se debe a la falta de una enzima necesaria para el desarrollo y funcionamiento normal de las células T y B. Otro defecto enzimático que puede causar SCID es la deficiencia de purina nucleósido fosforilasa (PNP), que también afecta la producción de células inmunológicas.
Además de los defectos enzimáticos, también existen otros tipos de SCID causados por mutaciones genéticas. Por ejemplo, la SCID ligada al cromosoma X es causada por una mutación en el gen IL2RG, que codifica una proteína necesaria para el desarrollo de células T y B. Otro tipo de SCID es el síndrome de Omenn, que se debe a mutaciones en los genes RAG1 y RAG2, que están involucrados en la recombinación del receptor de células T y B.
Es importante destacar que la SCID es una enfermedad hereditaria y se transmite de padres a hijos. En la mayoría de los casos, los padres son portadores de la mutación genética pero no presentan síntomas de la enfermedad. Sin embargo, cuando ambos padres son portadores, existe un 25% de probabilidad de que su hijo herede la SCID.
En resumen, la Inmunodeficiencia Combinada Grave es causada principalmente por defectos enzimáticos o mutaciones genéticas que afectan la producción y función de las células T y B. Estos defectos genéticos son heredados de los padres y pueden resultar en un sistema inmunológico debilitado, lo que aumenta el riesgo de infecciones graves y potencialmente mortales.