La viruela es una enfermedad infecciosa causada por el virus de la viruela, que se caracteriza por la aparición de erupciones cutáneas características. Aunque la enfermedad fue erradicada en 1980 gracias a la vacunación masiva, es importante conocer los síntomas para poder identificarla en caso de un posible brote.
Los síntomas de la viruela suelen aparecer entre 10 y 14 días después de la exposición al virus. Al principio, la persona infectada puede experimentar síntomas similares a los de la gripe, como fiebre, dolor de cabeza, malestar general y dolores musculares. Estos síntomas iniciales pueden durar de 2 a 4 días y luego dar paso a la aparición de las lesiones cutáneas características.
Las lesiones cutáneas son el síntoma más distintivo de la viruela. Comienzan como pequeñas manchas rojas en la cara y luego se extienden al resto del cuerpo, incluyendo las palmas de las manos y las plantas de los pies. Estas manchas se convierten rápidamente en ampollas llenas de líquido que se llaman vesículas. Con el tiempo, las vesículas se vuelven más grandes y se llenan de pus, formando pústulas. Estas pústulas son muy dolorosas y pueden causar picazón intensa.
A medida que las pústulas se desarrollan, también pueden aparecer en las membranas mucosas de la boca, la garganta y los genitales. Esto puede dificultar la alimentación y la deglución, y causar dolor al orinar. Además, las pústulas pueden dejar cicatrices permanentes una vez que se curan.
Durante el curso de la enfermedad, las pústulas pasan por diferentes etapas. Primero, se forman como pequeñas protuberancias llenas de líquido, luego se convierten en vesículas y finalmente en pústulas llenas de pus. Después de unos 10 a 14 días, las pústulas comienzan a secarse y forman costras. Estas costras eventualmente se caen, dejando una marca roja que desaparece con el tiempo.
Es importante destacar que la viruela es altamente contagiosa. El virus se propaga principalmente a través de las gotas respiratorias que se liberan cuando una persona infectada tose o estornuda. También puede transmitirse por contacto directo con las lesiones cutáneas de una persona infectada. Por lo tanto, es fundamental tomar precauciones para evitar la propagación de la enfermedad, como el uso de mascarillas, el lavado frecuente de manos y el aislamiento de los pacientes infectados.
En resumen, los síntomas de la viruela incluyen fiebre, dolor de cabeza, malestar general y dolores musculares en las etapas iniciales. Posteriormente, se desarrollan lesiones cutáneas características en forma de vesículas y pústulas en la cara y el cuerpo. Estas lesiones pueden ser dolorosas y causar picazón intensa. Además, las pústulas pueden aparecer en las membranas mucosas de la boca, la garganta y los genitales. La viruela es altamente contagiosa y se propaga a través de las gotas respiratorias y el contacto directo con las lesiones cutáneas. Aunque la enfermedad ha sido erradicada, es importante estar informado sobre sus síntomas para poder identificarla en caso de un posible brote.