El diagnóstico del cáncer tiroideo se realiza a través de una serie de pruebas y procedimientos médicos que permiten identificar la presencia de células cancerosas en la glándula tiroides. Estos son algunos de los métodos utilizados:
1. Examen físico: El médico realiza un examen físico para detectar cualquier anomalía en el cuello, como la presencia de nódulos o masas en la tiroides.
2. Análisis de sangre: Se realizan pruebas de laboratorio para medir los niveles de hormonas tiroideas y de la hormona estimulante de la tiroides (TSH). Niveles anormales pueden indicar la presencia de cáncer.
3. Ecografía: Se utiliza una máquina de ultrasonido para obtener imágenes detalladas de la glándula tiroides. Esto permite identificar la presencia de nódulos o masas sospechosas.
4. Biopsia: Se realiza una biopsia de la tiroides para obtener una muestra de tejido que se examina bajo un microscopio. Esto permite determinar si las células son cancerosas o no. La biopsia puede ser de diferentes tipos, como la aspiración con aguja fina (PAAF) o la biopsia por escisión.
5. Tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM): Estas pruebas de imagen pueden ayudar a determinar la extensión del cáncer y si se ha diseminado a otras áreas del cuerpo.
6. Gamagrafía: Se administra una pequeña cantidad de una sustancia radiactiva que se acumula en la tiroides. Luego, se toman imágenes para evaluar la función y estructura de la glándula.
7. Análisis de sangre para marcadores tumorales: En algunos casos, se pueden medir los niveles de ciertas sustancias en la sangre que pueden indicar la presencia de cáncer tiroideo.
Una vez que se ha realizado el diagnóstico, se determina el estadio del cáncer, lo que ayuda a planificar el tratamiento adecuado. Es importante destacar que el diagnóstico del cáncer tiroideo requiere la evaluación de un médico especialista en endocrinología o cirugía de cabeza y cuello, quien interpretará los resultados de las pruebas y procedimientos mencionados.