La Peste Bubónica, también conocida como la Muerte Negra, es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Yersinia pestis. Esta enfermedad tuvo su mayor brote en Europa durante el siglo XIV, causando una devastación sin precedentes en la población.
La Peste Bubónica se transmite principalmente a través de las pulgas que viven en roedores infectados, como las ratas. Cuando una pulga pica a un roedor infectado, se contagia de la bacteria y luego puede transmitirla a los seres humanos al picarlos. También se puede transmitir de persona a persona a través de las gotas de saliva de una persona infectada.
Los síntomas de la Peste Bubónica son muy característicos y se manifiestan entre 2 y 7 días después de la exposición a la bacteria. Los más comunes son fiebre alta, escalofríos, dolor de cabeza intenso, debilidad y ganglios linfáticos inflamados y dolorosos, conocidos como bubones. Estos bubones suelen aparecer en las axilas, ingles o cuello.
Durante la pandemia de la Peste Bubónica en el siglo XIV, se estima que murieron entre 75 y 200 millones de personas en Europa. Esta enfermedad causó un colapso en la sociedad, ya que la alta tasa de mortalidad provocó una escasez de mano de obra y un declive económico.
Afortunadamente, en la actualidad, la Peste Bubónica es una enfermedad rara y se puede tratar con antibióticos si se detecta a tiempo. Además, se han implementado medidas de control de plagas y de higiene que ayudan a prevenir su propagación.
La Peste Bubónica ha dejado una profunda huella en la historia y en la cultura popular. Ha sido tema de numerosas obras literarias y artísticas, y su impacto en la sociedad medieval europea ha sido estudiado y analizado en profundidad. Aunque ya no representa una amenaza tan grave como en el pasado, es importante estar informado sobre esta enfermedad y tomar las precauciones necesarias para prevenirla.