El ejercicio, incluso una simple movimiento, es fundamental para las personas afectadas por el SDRC. Los entrenamientos intensos deben evitarse porque pueden provocar espasmos dolorosos y presión arterial elevada. Sin embargo, el suave movimiento de las extremidades no afectadas, moderada entrenamientos cardiovasculares y de estiramiento son importantes para el metabolismo, el flujo de sangre, y una sensación de bienestar. Las personas que viven con el SDRC se benefician de trabajar con un terapeuta físico u ocupacional familiarizado con la enfermedad para desarrollar una rutina de ejercicios que apoya su salud y la rehabilitación.