La Poliposis Adenomatosa Familiar (PAF) es una enfermedad genética hereditaria que se caracteriza por la formación de numerosos pólipos en el revestimiento del colon y el recto. Estos pólipos son crecimientos anormales de tejido que pueden volverse cancerosos con el tiempo si no se tratan adecuadamente. A continuación, se describen los síntomas más comunes de la PAF:
1. Pólipos intestinales: El síntoma principal de la PAF es la presencia de múltiples pólipos en el colon y el recto. Estos pólipos pueden variar en tamaño y cantidad, y generalmente se desarrollan en la adolescencia o en la adultez temprana. A medida que la enfermedad progresa, el número de pólipos aumenta, lo que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
2. Sangrado rectal: Los pólipos adenomatosos pueden sangrar, lo que puede resultar en la presencia de sangre en las heces o en el papel higiénico después de defecar. Este sangrado puede ser intermitente y variar en cantidad, desde pequeñas manchas hasta sangrado más abundante.
3. Cambios en los hábitos intestinales: Algunas personas con PAF pueden experimentar cambios en sus hábitos intestinales, como diarrea crónica o estreñimiento. Estos cambios pueden ser el resultado de la presencia de pólipos en el colon y el recto, que pueden afectar la función normal del intestino.
4. Dolor abdominal: En algunos casos, los pólipos adenomatosos pueden causar dolor abdominal, especialmente si son grandes o si se han vuelto cancerosos. Este dolor puede ser intermitente o constante, y puede variar en intensidad.
5. Anemia: El sangrado crónico causado por los pólipos puede llevar a la aparición de anemia, una condición en la cual los niveles de glóbulos rojos y hemoglobina en la sangre son bajos. Los síntomas de la anemia pueden incluir fatiga, debilidad, palidez y dificultad para respirar.
6. Cambios en el peso: Algunas personas con PAF pueden experimentar cambios en su peso, ya sea pérdida o aumento. Esto puede ser el resultado de la presencia de pólipos en el intestino, que pueden afectar la absorción de nutrientes o causar una disminución del apetito.
Es importante destacar que no todas las personas con PAF presentarán todos estos síntomas, y la gravedad de los síntomas puede variar de una persona a otra. Además, es posible que algunas personas con PAF no presenten síntomas en absoluto y solo se diagnostiquen a través de pruebas genéticas o de detección de pólipos durante una colonoscopia de rutina.
Si se sospecha de la presencia de PAF debido a antecedentes familiares o síntomas relacionados, es fundamental buscar atención médica. El diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado pueden ayudar a prevenir la progresión de la enfermedad y reducir el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.