La distrofia neuroaxonal infantil (DNAI) es una enfermedad genética rara y progresiva que afecta principalmente a los niños. Fue descubierta por primera vez en la década de 1970 por los doctores Peter Barth y William Kunkel. Aunque se han realizado avances en la comprensión de esta enfermedad, aún se desconoce mucho sobre su origen y tratamiento.
La DNAI es causada por mutaciones en el gen NALCN, que es responsable de la producción de una proteína llamada canal de sodio y calcio no selectivo. Esta proteína juega un papel crucial en la función normal de las células nerviosas, permitiendo la transmisión de señales eléctricas a lo largo de los axones, las prolongaciones largas y delgadas de las células nerviosas.
En los niños con DNAI, las mutaciones en el gen NALCN resultan en una disfunción del canal de sodio y calcio no selectivo, lo que lleva a la degeneración progresiva de los axones. Esta degeneración afecta principalmente al sistema nervioso central y periférico, lo que provoca una variedad de síntomas neurológicos.
Los síntomas de la DNAI suelen aparecer en la infancia temprana, generalmente antes de los 3 años de edad. Los niños afectados pueden experimentar retraso en el desarrollo motor, dificultades en el habla, problemas de equilibrio y coordinación, debilidad muscular, espasticidad y convulsiones. A medida que la enfermedad progresa, los síntomas empeoran y pueden llevar a la pérdida de la capacidad para caminar, hablar y realizar actividades diarias.
La DNAI es una enfermedad hereditaria autosómica recesiva, lo que significa que ambos padres deben portar una copia del gen mutado para que su hijo desarrolle la enfermedad. Los padres que son portadores tienen una probabilidad del 25% de tener un hijo afectado en cada embarazo.
El diagnóstico de la DNAI se basa en la evaluación clínica de los síntomas y en pruebas genéticas para detectar mutaciones en el gen NALCN. Sin embargo, debido a la rareza de la enfermedad y a la falta de conciencia sobre ella, el diagnóstico puede ser difícil y llevar tiempo.
Actualmente, no existe un tratamiento curativo para la DNAI y el enfoque se centra en el manejo de los síntomas y en mejorar la calidad de vida de los pacientes. Esto puede incluir terapia física y ocupacional para mejorar la movilidad y la función motora, terapia del habla para abordar las dificultades en el habla y la comunicación, y medicamentos para controlar las convulsiones y otros síntomas.
La investigación sobre la DNAI está en curso y se están realizando esfuerzos para comprender mejor la enfermedad y desarrollar posibles tratamientos. Se están llevando a cabo estudios genéticos y moleculares para identificar nuevas mutaciones y vías de señalización involucradas en la enfermedad. Además, se están explorando terapias génicas y farmacológicas para abordar los mecanismos subyacentes de la DNAI.
En resumen, la distrofia neuroaxonal infantil es una enfermedad genética rara y progresiva que afecta a los niños. Aunque se han realizado avances en la comprensión de esta enfermedad, aún queda mucho por descubrir. El diagnóstico temprano y el manejo adecuado de los síntomas son fundamentales para mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados por la DNAI.