La artritis infecciosa, también conocida como artritis séptica, es una enfermedad inflamatoria de las articulaciones causada por una infección bacteriana, viral o fúngica. Esta condición puede afectar a personas de todas las edades y puede ser muy dolorosa y debilitante si no se trata adecuadamente. Las causas de la artritis infecciosa pueden variar, pero generalmente se deben a la propagación de microorganismos infecciosos a través de la sangre o directamente a la articulación.
Una de las principales causas de la artritis infecciosa es la propagación de bacterias a través de la corriente sanguínea. Esto puede ocurrir en personas con infecciones bacterianas en otras partes del cuerpo, como infecciones del tracto urinario, infecciones respiratorias o infecciones de la piel. Las bacterias pueden ingresar al torrente sanguíneo y viajar hasta las articulaciones, donde causan una respuesta inflamatoria y daño en los tejidos.
Otra causa común de la artritis infecciosa es la infección directa de la articulación, generalmente como resultado de una lesión o cirugía. Si las bacterias ingresan a la articulación a través de una herida abierta o durante una cirugía, pueden causar una infección que se propaga rápidamente y causa inflamación y daño en la articulación.
Además de las bacterias, los virus y los hongos también pueden causar artritis infecciosa. Los virus como el virus de la hepatitis B, el virus de la rubéola y el virus del herpes pueden infectar las articulaciones y causar inflamación. Los hongos, como Candida y Aspergillus, también pueden infectar las articulaciones y causar artritis infecciosa en personas con sistemas inmunológicos debilitados.
Es importante destacar que las personas con ciertos factores de riesgo tienen más probabilidades de desarrollar artritis infecciosa. Estos factores incluyen tener un sistema inmunológico debilitado debido a enfermedades como el VIH/SIDA, diabetes o cáncer, tener una prótesis articular o tener antecedentes de infecciones articulares previas.
En resumen, la artritis infecciosa es causada por la propagación de microorganismos infecciosos a las articulaciones a través de la sangre o directamente a través de una lesión o cirugía. Las bacterias, virus y hongos pueden causar esta enfermedad, y las personas con sistemas inmunológicos debilitados o ciertos factores de riesgo tienen más probabilidades de verse afectadas. El diagnóstico y tratamiento tempranos son fundamentales para prevenir complicaciones y daño articular a largo plazo.