La hipertermia maligna es una enfermedad rara pero potencialmente mortal que se desencadena por la exposición a ciertos anestésicos durante una cirugía. Aunque se considera una enfermedad hereditaria, también puede ocurrir de forma esporádica en personas sin antecedentes familiares.
La historia de la hipertermia maligna se remonta a mediados del siglo XX. En la década de 1960, los médicos comenzaron a observar casos de pacientes que experimentaban una rápida y peligrosa elevación de la temperatura corporal durante la anestesia general. Estos episodios a menudo iban acompañados de rigidez muscular, taquicardia, acidosis y, en algunos casos, insuficiencia cardíaca.
Inicialmente, los médicos no entendían la causa de estos síntomas y se desconocía cómo tratarlos adecuadamente. Sin embargo, a medida que se acumulaban más casos, se comenzó a sospechar que la hipertermia maligna estaba relacionada con ciertos anestésicos.
En la década de 1970, los investigadores descubrieron que la hipertermia maligna estaba asociada con una respuesta anormal del músculo esquelético a ciertos anestésicos, en particular a los agentes de relajación muscular como el halotano y el succinilcolina. Se descubrió que estas sustancias desencadenaban una liberación masiva de calcio en las células musculares, lo que provocaba una cascada de eventos que llevaban a la hipertermia y a la disfunción muscular.
A medida que se comprendía mejor la fisiopatología de la hipertermia maligna, se desarrollaron pruebas de diagnóstico para identificar a las personas susceptibles a la enfermedad. Se descubrió que la mayoría de los casos de hipertermia maligna estaban asociados con mutaciones en los genes RYR1 y CACNA1S, que codifican las proteínas involucradas en la regulación del calcio en las células musculares.
Con el tiempo, se establecieron protocolos de tratamiento para la hipertermia maligna. El paso más importante fue evitar el uso de los anestésicos desencadenantes en los pacientes susceptibles. Además, se desarrollaron medicamentos como la dantroleno, que bloquea la liberación de calcio en las células musculares y ayuda a controlar la hipertermia.
A medida que avanzaba la investigación, se descubrió que la hipertermia maligna también podía desencadenarse por otros factores, como el estrés físico intenso y ciertos medicamentos utilizados en el tratamiento de enfermedades neuromusculares. Esto amplió la comprensión de la enfermedad y permitió un mejor manejo de los pacientes en diferentes situaciones clínicas.
En la actualidad, la hipertermia maligna sigue siendo una preocupación durante la anestesia general, pero gracias a los avances en la comprensión y el manejo de la enfermedad, los casos fatales son extremadamente raros. Los protocolos de seguridad y las pruebas genéticas han permitido identificar a los pacientes susceptibles y evitar el uso de anestésicos desencadenantes, lo que ha reducido significativamente la incidencia de la enfermedad.
En resumen, la historia de la hipertermia maligna es una historia de avances médicos y científicos que han llevado a una mejor comprensión y manejo de esta enfermedad potencialmente mortal. A través de la investigación y la implementación de protocolos de seguridad, se ha logrado reducir la incidencia y mejorar el pronóstico de los pacientes afectados.