Vivencias del Corazón

20/2/2016


_SOBRE MÍ_

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Nací en la cálida ciudad de Piura un 19 de Mayo de 1977. Mis padres Juan y Elizabeth me llamaron Claudia Alejandra, fui una niña normal, entre comillas, hasta el año y medio de nacida, en que todos los niños ya comienzan a caminar solos y yo no lo hacía, lo cual preocupó grandemente a mis padres y allí empezó mi peregrinar de médico a médico hasta que mis padres me enviaron con mi abuelita Dina al hospital San Juan de Dios, en Lima, donde erróneamente me diagnosticaron polio-subclínica; me sometieron a una terapia intensiva, la cual empeoró mi condición hasta deteriorar mis músculos que se agotaron por el tratamiento.

Luego mis padres buscaron la manera de mejorarme con terapias naturales; me llevaban al río y me hacían nadar, baños con hierbas, masajes, acupuntura, etc.. Así poco a poco fui recuperándome. Regresé al Instituto Nacional de Rehabilitación del Callao, y después de una serie de exámenes clínicos como: análisis, biopsias, etc., me diagnosticaron distrofia muscular progresiva tipo duchenne y comencé una nueva terapia.

Cuando tenía 5 años mis padres me llevaron a Lima, junto a mis hermanos: Karla, Amílcar y Juan Carlos; aunque nos ajustamos económicamente fue más el deseo de mis padres encontrar una cura para mi enfermedad, que también presentaban Karla y Amílcar. Les cuento que además de tratar de salir adelante, en esta ciudad tan grande y agitada como es Lima, y de los trajinares que conlleva aprender a vivir con nuestra discapacidad, tuvimos que enfrentar el rechazo de la sociedad, un ejemplo es que, en el colegio en que estudiábamos, la Asociación de Padres de Familia se negó a que asistiéramos allí, argumentando que podíamos contagiar a sus hijos. La Asistenta Social del Instituto Nacional de Rehabilitación del Callao demostró que nuestra enfermedad no es contagiosa, pero ya era un poco tarde, pues este hecho nos aisló más; sin embargo, mi vida no era aburrida, nunca lo ha sido gracias a mis padres que siempre han tratado de darme y enseñarme lo mejor.

Aún con todos los cuidados, a Amílcar y a mí nos daban fuertes ataques de asma, y una complicación bronquial agravada por la falta de fuerza física, que es normal en nuestra enfermedad, hizo que perdiéramos a Amílcar: Dios se lo llevó junto a Él un 24 de noviembre, a la edad de cuatro años y medio. Su muerte nos conmovió mucho y para superar este dolor nos fuimos a vivir a Chiclayo a casa de la hermana de mi Mamá, mi querida tía Flor y su esposo mi tío Lucho; estuvimos casi un año allí, luego regresamos definitivamente a Piura a vivir con mi abuelito Jorge.

Aquí en Piura continué mis estudios, aunque eran interrumpidos por ataques bronquiales y asma; tampoco faltaron las enfermedades vírales, una de las cuales (varicela hemorrágica) estuvo a punto de llevarme a la muerte, pero gracias al Dr. César Barreto que fue como un instrumento de Dios, ya que hizo todo lo posible para salvarme, aún estoy en éste mundo. Mientras me encontraba entre la vida y la muerte, soñé que me veía flotando sobre mi cuerpo y al mismo tiempo vi a mis padres llorando y al Dr. examinándome, mientras yo me dirigí a un lugar muy bonito, de una paz inexplicable y una voz me dijo que me regrese que aún no era mi hora y me puso un escapulario de la Virgen. Después de esto mejoré inexplicablemente y esto es otro de los milagros que Dios me ha hecho.

A pesar de que quedé muy débil físicamente, lo que ocurrió me dio más ganas de seguir adelante y de tratar de ser mejor, cada día más, también en mis estudios y así logré cursar hasta primero de secundaria; luego no pude continuar en el colegio por diferentes motivos; pero no por eso dejé de instruirme y me entretenía leyendo, leyendo y leyendo. Por eso hoy les puedo decir que he aprendido muchas cosas bonitas del mundo, que me susurraba al oído mi gran amiga, la lectura; así también conocí buenas personas que reforzaron lo que mis padres me enseñaron sobre la vida y que me ayudó a comprenderla y amarla; también ocupé mi tiempo en conocer más la naturaleza, con todos sus encantos y aunque siempre la quise, la valoré aún más.

Pasaron los años, mis padres pusieron una botica para estar más cerca de nosotros y poder atendernos en cada momento, lo que no fue nada fácil ya que emplearon todo su tiempo y esfuerzo para sacarla adelante, mis hermanos y yo también tratamos de cooperar; a Karla y mí nos aquejaron muchas enfermedades las que aceleraron el avance de nuestra enfermedad, por mi parte ya no pude utilizar mi mano para seguir escribiendo, lo cual era muy importante para mí, porque junto con la lectura, la música y la poesía son mi pasión. Creo que esto me motivó a tratar de buscar medios para mejorar mi estado de salud, rogué mucho a Dios para que me ayudara y me puse en sus manos, él me mostró un nuevo camino; pues un día soñé que veía en una especie de gimnasio y en una pared, una rueda de madera con la que hacía ejercitar mi mano más afectada; éste sueño me impresionó mucho y me animó ha buscar la forma de mejorar mi estado de salud y poder utilizar mi mano. Así con la ayuda de las personas que trabajan en mi casa, comencé poco a poco a ejercitarla y sentí una pequeña mejoría, les conté a mis padres, ellos a su vez le contaron a una tía que llegó de visita, mi tía me dijo que asistía a un Centro de Esparcimiento al que también asistían personas con discapacidad, les contó que era un lugar muy bonito, con muchos jardines; que los llevaban a distintos lugares de paseo, que tenían gimnasios, talleres, piscina, sala de juegos y muchas cosas más.

Convencí a mis padres de que me llevaran a conocer ese lugar, y así un 5 de Setiembre de 1996 llegué al CERP y para suerte mía el vigilante me envió directo al gimnasio.  ¡Imagínense! Cuál no sería mi sorpresa al encontrar en la pared del lugar “la rueda de mis sueños”. ¡No tengo ninguna duda! Dios escuchó mis ruegos y me trajo a éste lugar donde pude terminar de estudiar con mucho esfuerzo en el PRONOEPSA Nº 16.

Mi enfermedad avanzó más, pero no me derroté y continué preparándome e ingresé a dos universidades, becada por mis notas, pero por una complicación en mi riñón sólo pude continuar con la carrera de derecho.

En marzo de 2007 fundé la asociación para la defensa de los derechos de las mujeres y niños con discapacidad Región Piura ADEMUNIDIS, en septiembre del mismo año me colegié en el Ilustre Colegio de Abogados de Piura, en el 2010 me eligieron Presidente de la Federación Departamental de Personas con Discapacidad - FEDEDIP.

Ese mismo año Dios quiso llevarse a su lado a mi papá Juan Antonio Rentería García, su perdida nuevamente me hizo caer en depresión, lo cual comprometió mi salud, haciendo crisis hipertensiva y diabetes, pude recuperarme, aunque la perdida nunca pasa.

 

Hoy no solo soy abogada, ejerzo mi profesión defendiendo casos de discriminación, y desde enero del 2012 soy la Encargada de la Oficina Regional de Atención a la Persona con Discapacidad del Gobierno Regional de Piura – OREDIS soy diplomada en Gestión Pública Magister en Derecho Constitucional y Derechos Humanos, terminé mi Doctorado y en unos días será la ceremonia de grado, tengo problemas como cualquier ser humano pero les puedo afirmar que aunque mi enfermedad continúa debilitándome físicamente, con ahogos, dolores y contracturas, me siento realizada, soy muy feliz en todos los aspectos de mi vida y hasta que Dios quiera, esta historia continuará...

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