La discinesia paroxística no cinesigénica (DPNC) es un trastorno del movimiento caracterizado por episodios breves e impredecibles de movimientos anormales, que pueden incluir movimientos involuntarios de los músculos faciales, de las extremidades y del tronco. Dado que la DPNC puede ser desencadenada por el ejercicio físico, es importante tener en cuenta ciertas consideraciones al recomendar deportes a personas con este trastorno.
En primer lugar, es fundamental que las personas con DPNC consulten a su médico antes de comenzar cualquier programa de ejercicio. El médico podrá evaluar la gravedad de los síntomas y determinar si el ejercicio es seguro y apropiado para cada individuo en particular.
En general, se recomienda que las personas con DPNC eviten deportes de alta intensidad o que requieran movimientos rápidos y bruscos, ya que estos pueden desencadenar los episodios de movimientos anormales. En su lugar, se sugiere optar por actividades de baja intensidad y de movimiento suave y controlado.
Algunos deportes que podrían ser adecuados para personas con DPNC incluyen la natación, el yoga, el tai chi y el pilates. Estas actividades promueven la flexibilidad, el equilibrio y la relajación, sin implicar movimientos bruscos que puedan desencadenar los síntomas de la DPNC.
En cuanto a la frecuencia e intensidad del ejercicio, es importante que cada persona encuentre un equilibrio que sea cómodo y seguro para ellos. Se recomienda comenzar con sesiones cortas y de baja intensidad, e ir aumentando gradualmente la duración y la intensidad a medida que el individuo se sienta más cómodo y experimente una mejoría en los síntomas.
Es importante destacar que cada persona con DPNC es única y puede responder de manera diferente al ejercicio. Por lo tanto, es esencial escuchar y respetar los límites y las necesidades individuales de cada persona.
En resumen, el ejercicio puede ser beneficioso para las personas con DPNC, siempre y cuando se realice de manera segura y se eviten deportes de alta intensidad o movimientos bruscos. La natación, el yoga, el tai chi y el pilates son opciones recomendables, y la frecuencia e intensidad del ejercicio deben adaptarse a las necesidades y capacidades individuales. Recuerda siempre consultar a un médico antes de comenzar cualquier programa de ejercicio.