El Síndrome de Sanfilippo, también conocido como mucopolisacaridosis tipo III (MPS III), es una enfermedad genética rara y progresiva que afecta el metabolismo de los mucopolisacáridos, específicamente el glucosaminoglicano heparán sulfato. Esta condición se hereda de forma autosómica recesiva, lo que significa que ambos padres deben transmitir el gen defectuoso para que el niño desarrolle la enfermedad.
El síndrome de Sanfilippo se debe a mutaciones en uno de los cuatro genes diferentes: SGSH, NAGLU, HGSNAT y GNS. Estos genes son responsables de producir enzimas que descomponen el heparán sulfato en el cuerpo. Sin embargo, en el caso del síndrome de Sanfilippo, hay una deficiencia o ausencia de una de estas enzimas, lo que lleva a la acumulación de heparán sulfato en las células del cuerpo.
La acumulación de heparán sulfato en el cerebro y otros tejidos causa daño progresivo y degenerativo a lo largo del tiempo. Aunque las células pueden eliminar pequeñas cantidades de heparán sulfato, no pueden descomponerlo completamente debido a la deficiencia enzimática. Esto lleva a la acumulación de heparán sulfato en las células, lo que interfiere con su funcionamiento normal y provoca daño tisular.
Las mutaciones genéticas responsables del síndrome de Sanfilippo pueden ocurrir de forma espontánea o ser heredadas de los padres. En el caso de las mutaciones espontáneas, no hay una causa conocida, pero se cree que pueden estar relacionadas con factores ambientales o errores aleatorios en la replicación del ADN durante la formación de los gametos.
Cuando ambos padres son portadores de una mutación en uno de los genes asociados con el síndrome de Sanfilippo, existe un 25% de probabilidad de que cada uno de sus hijos herede la enfermedad. Sin embargo, si solo uno de los padres es portador, los hijos no desarrollarán la enfermedad, pero pueden ser portadores del gen defectuoso.
El síndrome de Sanfilippo afecta a ambos sexos por igual y no muestra preferencia racial o étnica. Se estima que la incidencia de esta enfermedad es de aproximadamente 1 en 70,000 nacimientos.
Los síntomas del síndrome de Sanfilippo generalmente aparecen en la primera infancia, entre los 2 y 6 años de edad. Estos síntomas incluyen retraso en el desarrollo, deterioro cognitivo, hiperactividad, trastornos del sueño, problemas de comportamiento, convulsiones y problemas de comunicación. Con el tiempo, los síntomas empeoran y pueden incluir pérdida de habilidades adquiridas, deterioro físico, problemas cardíacos y respiratorios, y finalmente, la muerte prematura.
En resumen, el síndrome de Sanfilippo es causado por mutaciones genéticas que resultan en la deficiencia de una enzima necesaria para descomponer el heparán sulfato. Esta deficiencia lleva a la acumulación de heparán sulfato en las células, lo que causa daño progresivo y degenerativo en el cerebro y otros tejidos. La enfermedad se hereda de forma autosómica recesiva y no hay una causa conocida para las mutaciones espontáneas.