La sialadenitis es una inflamación de las glándulas salivales, que puede afectar tanto a las glándulas parótidas (ubicadas en las mejillas) como a las submandibulares (debajo de la mandíbula). Los síntomas de la sialadenitis pueden variar dependiendo de la gravedad de la inflamación y la causa subyacente, pero generalmente incluyen:
1. Dolor: El síntoma más común de la sialadenitis es el dolor en la zona afectada. Puede ser constante o intermitente, y empeorar al comer o beber, especialmente cuando se estimula la producción de saliva.
2. Hinchazón: La glándula salival afectada puede presentar hinchazón, lo que puede ser visible o palpable. La hinchazón puede ser dolorosa al tacto y puede dificultar la apertura de la boca.
3. Enrojecimiento: La piel sobre la glándula inflamada puede volverse enrojecida y caliente al tacto.
4. Secreción de saliva: En algunos casos, puede haber una secreción excesiva de saliva, que puede ser espesa y de mal sabor. También puede haber dificultad para tragar debido a la inflamación.
5. Fiebre: En casos más graves de sialadenitis, puede haber fiebre, especialmente si la inflamación está causada por una infección bacteriana.
6. Malestar general: Algunas personas pueden experimentar síntomas generales de malestar, como fatiga, debilidad y pérdida de apetito.
Es importante destacar que los síntomas pueden variar dependiendo de la causa subyacente de la sialadenitis. Las infecciones bacterianas, como la causada por la bacteria Staphylococcus aureus, son una causa común de esta afección. Sin embargo, también puede ser causada por cálculos salivales, obstrucciones de los conductos salivales, enfermedades autoinmunes o el uso de ciertos medicamentos.
Si experimentas alguno de estos síntomas, es importante buscar atención médica para recibir un diagnóstico adecuado y un tratamiento adecuado. El médico puede realizar un examen físico, solicitar pruebas de laboratorio y, en algunos casos, realizar una ecografía o una tomografía computarizada para evaluar la gravedad de la inflamación y determinar la causa subyacente. El tratamiento puede incluir el uso de antibióticos en caso de infección bacteriana, analgésicos para aliviar el dolor y medidas para estimular el flujo de saliva, como la aplicación de calor húmedo y la estimulación de la glándula mediante masajes suaves. En casos más graves, puede ser necesaria la intervención quirúrgica para drenar el absceso o eliminar los cálculos salivales.