La enfermedad celiaca es una afección crónica del sistema inmunológico que se desencadena por la ingesta de gluten, una proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno. Si bien no se puede determinar con certeza la causa exacta de la enfermedad, se ha demostrado que existe una predisposición genética para desarrollarla.
La enfermedad celiaca es hereditaria, lo que significa que puede transmitirse de padres a hijos a través de los genes. Se ha descubierto que ciertos genes específicos, como el HLA-DQ2 y el HLA-DQ8, están asociados con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. Sin embargo, no todas las personas que heredan estos genes desarrollarán la enfermedad, lo que indica que también están involucrados otros factores ambientales.
La probabilidad de heredar la enfermedad celiaca varía según el grado de parentesco con un familiar afectado. Se estima que los hijos de personas con enfermedad celiaca tienen un riesgo de aproximadamente 1 de cada 10 de desarrollar la enfermedad. Además, los hermanos y las hermanas de un individuo con enfermedad celiaca tienen un riesgo de alrededor del 10% de también padecerla.
Es importante destacar que la enfermedad celiaca puede manifestarse a cualquier edad, desde la infancia hasta la adultez. Incluso si un individuo no presenta síntomas durante la infancia, aún puede desarrollar la enfermedad más adelante en la vida. Por lo tanto, es fundamental que los familiares de personas diagnosticadas con enfermedad celiaca se sometan a pruebas de detección, especialmente si presentan síntomas relacionados, como diarrea crónica, pérdida de peso inexplicada o anemia.
En conclusión, la enfermedad celiaca es hereditaria y existe una predisposición genética para desarrollarla. Sin embargo, no todas las personas que heredan los genes asociados con la enfermedad la desarrollarán. La detección temprana y el seguimiento médico son fundamentales para garantizar un diagnóstico preciso y un manejo adecuado de la enfermedad celiaca.