Hundido

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Era el año 2002, estaba a punto de cumplir los 18 años,cuando a principios del mes de agosto,me preparo para la pretemporada del equipo de fútbol en el que jugaba. Hay que decir, que yo trabajaba en el sector de la construcción, ya sabe que en esa época los sueldos en este sector,eran altos.
De repente, me empiezo a encontrar mal. No podía doblar las articulaciones y tenía cansancio y dolor en general por todo el cuerpo.
Acompañado por mis padres, me decido a ir a urgencias. Salgo de allí con el resultado de que tengo gripe, pero pasan los días y cada vez voy a peor.
Directamente, el médico de cabecera,me da la baja laboral. Pasadas unas semanas, un amigo enfermero, me dice que vaya al hospitay donde trabaja a que me miren.
Allí, me hacen unos análisis de cultivo ( creo que se llaman así), y me dan la peor de las noticias.
Tengo enfermedad de Still, una enfermedad con muchas similitudes a la artritis reumatoide.
A partir de aquí, cambió mi vida.
Paso de pesar 65 kilos, a los 98, con el paso de los años, ya que me recetan cortisona. 60g todos los días.
Así me estabilizo, y al cabo de 3 años,vuelvo a trabajar. Me tengo que buscar otro trabajo, que económicamente, no satisface mis necesidades y que no puedo realizar, debido a los dolores, que el paso de la jornada laboral, me provocaba.
Solicito un grado de discapacidad y después de dos intentos, me dan el 41%. Para poder trabajar y por supuesto mantenerme económicamente, decido hacerme autónomo,por lo que si un día me encuentro mal, no trabajo.
No funciona el negocio, y me tiro otros tres años sin trabajar,porque no hay mejoría. Mientras tanto, sigo con el tratamiento de la cortisona y con un antiinflamatorio intravenoso, que me calma los dolores.
En abril de 2017, un amigo, me recomienda en una empresa para trabajadores con discapacidad.
Más o menos, voy trabajando bien, pero esta empresa solo quiere producción, y al ser un trabajo manual, los movimientos repetitivos,hacen que las muñecas se me queden rígidas, por lo que no puedo ofrecer la producción que me piden.
Aún así, aquí seguimos. Trabajando en la misma empresa,con los mismos dolores, y con las amenazas de poder ser despedido si la producción no es la solicitada.
Lo dicho. Seguimos, cada vez más hundido y con 35 años.
Sin derecho a una pensión por discapacidad, por mi corta vida laboral, y con trabajo que frena el bienestar que me dan los medicamentos.
Corta vida laboral,porque me detectaron la enfermedad, con casi 18 años,cuando la edad legal para poder trabajar,son 16 años.
Esta es mi historia, mi jodida historia.
Jamás volveré a ser el de antes, y el futuro es gris,muy oscuro.